Vayamos a la Biblia para conocer la verdad del propósito del bautismo...
El Bautismo
3. Era Cristiana. En los puntos anteriores consideramos como Dios utilizo el agua y la sangre, tanto en la era Patriarcal, como en la era Mosaica; Así que, en la era Cristiana, Cristo vino al mundo y derramo su sangre en su sacrificio perfecto y único (Heb. 10:12-14) con el propósito de purificar y limpiar el alma, salvándola de la condenación cuando obedece a la palabra de Dios 1Ped. 1:18-19 “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,”; Rom. 3:24, 25 “a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,” En la era Mosaica, Dios uso la sangre de los animales para limpiar y purificar la carne del hombre pecador, en un rito externo, y en la era Cristiana, las Escrituras nos dicen en: Heb. 9:13 “Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,” v.14 “¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”
Para comprender la relación entre la sangre y el agua del bautismo, leamos la carta a los Romanos; que nos explica la manera en que la sangre de Cristo y el agua actúan para salvarnos; en el capitulo uno, Pablo explica que el evangelio es poder de Dios para salvar; en los capítulos dos y tres; Pablo enseña que todos pecaron, no hay justo, están destituidos de la gloria de Dios; Pablo continua mostrando en los capítulos cuatro y cinco; que todos pueden ser justificados y salvos de la ira de Dios por medio de la sangre del sacrificio de Jesucristo y en el capitulo seis aprendemos la manera en que el pecador es salvo y como debe vivir después de ser salvo, Rom. 6:17-18 “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.” ¿Cómo fueron libertados del pecado? No solo creyeron en el nombre de Jesucristo; sino obedecieron lo que dice la doctrina.
Notemos: La fe sola no puede salvar, la fe necesita obras; es decir, hacer la voluntad de Dios. Stg. 2:19-20, 24 “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.” Ya el Maestro lo había afirmado Mat. 7:21 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” Y la voluntad del Padre es: que obedezcas aquella forma de doctrina, ¿Qué doctrina obedecieron? La doctrina que enseño Pablo 1Cor. 15:1-4 “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;” En este pasaje, como en Rom. 6:17-18 el apóstol se refiere al mensaje enseñado, es decir: la muerte, la sepultura, y la resurrección de Cristo; factores fundamentales para entender el evangelio, el cual no solo son: las enseñanzas de Jesús, las buenas nuevas, la aprehensión del Señor, su juicio, condenación y su crucifixión, ¡Sino! Que después de morir, fue sepultado en una tumba, su cuerpo quedo hasta la mañana del Domingo (Primer dia de la semana) y fue resucitado por el poder de Dios (Rom. 1:4) con la resurrección se proclama que nuestro Señor Jesucristo, venció al Diablo quitándole el poder a la muerte (Heb. 2:14).
Recordemos que el pecado separa al hombre de Dios (Is. 59:1, 2), pero por medio de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, el pecador tiene la esperanza de ir a Dios (Jn. 14:6) obedeciendo aquella forma de doctrina que el Padre nos revela, ¿Cuál es esa forma de doctrina? Rom. 6:3-6 “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.” Este pasaje nos dice como adquirimos la justificación y el perdón de pecados, es decir, la manera en que la muerte de Cristo, y su sangre se unen a las aguas del bautismo; Jesús había muerto en la cruz y hombres pecadores en Roma, decidieron morir al pecado, al confesar a Jesús como Señor, y así como Jesús fue sepultado en la tumba, el pecador es sepultado en una tumba de agua, (sumergido, es decir: bautizado) y así como Jesús resucito por el poder de Dios; el pecador es levantado de las aguas, y el mismo poder que levanto a Jesús, trae una vida nueva, ya que estaban muertos espiritualmente Ef. 2:1 “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,” El Señor lo había predicado a los Judíos Jn. 5:24, 25 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.”
La sangre de Jesús y el agua del bautismo se unen para salvar el alma del pecador, el Señor se lo enseño a Nicodemo Jn. 3:3, 5 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Nacer de nuevo, llegar a ser hijo de Dios, requiere que la persona nazca del agua, es decir, ser bautizada para ser libre de pecado y venir a ser siervo de la justicia a través del bautismo, la forma de doctrina que es: muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Anterior…
-Hugo Camacho
23 De Diciembre 2018